Te escondiste detrás de la torre intentando eludir un jaque mate inevitable.
Desde las almenas, una morenaza de ojos verdes, en un sencillo aleteo de pestañas te lanzó una madeja de sueños al rescate. Tú le prometiste la luna y ella te troqueló el corazón en un trueque inesperado, haciendo pedacitos de colores con tus promesas y dibujando besos en la cara oculta de la luna.
Tu reina avanzaba, tirandose a su paso a peones, alfiles, caballos – a estos últimos más bien los tumbaba - e incluso alguna dama despistada que confundió las blancas e inmaculadas losas con el camino hacia su purgatorio. A ella todo le daba igual con tal de arrasar hasta llegar a ti dejando un rastro que oliera a victoria anunciada.
La torre cayó, arrollándolo todo a su paso y, con tanta fortuna en la jugada que aplastó a la reina mientras rodaba sobre el tablero, a un lado y al otro, rifi-rafe, roza que te roza, frus-frus. Pero a ti no te importaba, claro, enfrascado como estabas en el revolcón apoteósico del vaivén de la vida, que carajo te iba a importar lo que sucediera bajo aquella torre, enrocado y bien enroscado (tú y la morenaza) como estabas.
Quisiste dejarlo en tablas y tu reina, más puesta que muerta, intentó un mal paso de baile que le dejó la cadera rota y una cojera de por vida.
Desde las almenas, una morenaza de ojos verdes, en un sencillo aleteo de pestañas te lanzó una madeja de sueños al rescate. Tú le prometiste la luna y ella te troqueló el corazón en un trueque inesperado, haciendo pedacitos de colores con tus promesas y dibujando besos en la cara oculta de la luna.
Tu reina avanzaba, tirandose a su paso a peones, alfiles, caballos – a estos últimos más bien los tumbaba - e incluso alguna dama despistada que confundió las blancas e inmaculadas losas con el camino hacia su purgatorio. A ella todo le daba igual con tal de arrasar hasta llegar a ti dejando un rastro que oliera a victoria anunciada.
La torre cayó, arrollándolo todo a su paso y, con tanta fortuna en la jugada que aplastó a la reina mientras rodaba sobre el tablero, a un lado y al otro, rifi-rafe, roza que te roza, frus-frus. Pero a ti no te importaba, claro, enfrascado como estabas en el revolcón apoteósico del vaivén de la vida, que carajo te iba a importar lo que sucediera bajo aquella torre, enrocado y bien enroscado (tú y la morenaza) como estabas.
Quisiste dejarlo en tablas y tu reina, más puesta que muerta, intentó un mal paso de baile que le dejó la cadera rota y una cojera de por vida.
7 comentarios:
Suena a Sabina.
Es deliciosamente cachondo y chispeante para una tarde de verano.
Seguro que el cabronazo de Xhavi le saca todo el juego jajaja.
¿ Suena a Sabina? :)
jajaja... tú si que tienes chispa, corazón.
No es más que un puzsle, un rompecabezas sobre el tablero.
Besos.
Es una de esas partidas que a todo el mundo le gustaría jugar... ;)
Eres una divina junta-letras, ¿no te lo había dicho nunca?
Cachisenlamar... y yo sin saber jugar al ajedrez
:)
Estupendo, sin duda alguna.
Besitos.
:)
Demasiado Gilaren. Conseguirás que un día me lo crea y todo.
Sabes jugar Tesa en la partida más importante :) dónde un jaque mate es lo menos importante y la gente como tú nunca usa un enroque.
Besos Jazmín por tu ausencia de dudas.
Me ha encantado la partida de ajedrez. Es un buen relato y he disfrutado con cada linea.
Publicar un comentario