martes, 24 de abril de 2018

EL AYER ES UN HOY



Nunca fue fácil amarte… ni siquiera ahora, después de todo, después de tanto.

Nunca fue fácil amarte y sin embargo te amé tanto y tan de veras, fue tan cierto y tan real, tan fuerte y tan intenso. Te amé, te amo, puede que te siga amando siempre, si es que un siempre es posible, si es que la eternidad me da el amarte más de lo que hoy te amo. Porque existir, mi amor, existiré siempre que tú existas.

Rozarte… leve, tenue, imperceptible. Como entonces. Rozarte… intensa, con celo, con propósito. Como ahora. Rozarte, erizar tu vello en un suspiro, enervar tu deseo, tocar tu alma. Mis dedos se tornan frágiles enredados en tu piel. Mis dedos te buscaron siempre, aún cuando tu piel era un látigo de prohibidos. Aún hoy, que esa piel es una prolongación de mi cuerpo que siento y palpo a cada paso.

Besarte… en un silencio, oscuro, furtivo. Como ayer. Besarte… sonoro, lleno, con rabia, con deseo. Como lo hago hoy. Besarte, humedecer tus labios en un instante, saborearte, beberte, sentirte mío. Mi boca sigue buscando esa humedad tuya, cálida y abierta, aún temblorosos y hambrientos, emocionados. Tras siglos de besos encontrados, un beso tuyo sigue siendo el beso en mayúsculas.

Escucharte… cálido, secreto, discreto. Como antes. Escucharte… cantarín, abierto, hiriente, con ira, con ternura. Como ahora. Tu voz, que me acuna desde un pasado roto, que me arrastra hacia este futuro tan lleno. El sonido que me envuelve cada hora de ausencia, las palabras que siempre quise oír, incluso cuando pensé que no podía oírlas, cuando creí que estaban negadas para mis sentidos.

Nunca fue fácil amarte, como no lo es ahora, después de guerras, derrotas y heridas mal curadas. Pero a pesar de eso, aún hoy te amo. Tiemblo de deseo, aunque parezca escondido tras rutinas. Me muero por besarte a cada instante, aunque te engañe la desidia de las horas. Callo al escucharte, porque tu voz sigue siendo el mejor bálsamo para mis días.

El ayer es un hoy.

martes, 10 de abril de 2018

EL QUICIO DE LA PUERTA



Abriste la puerta justo en el momento en que andaba desquiciada con el quicio de la puerta... y no puedo remediarlo, me encanta rozarme con el marco y resbalar la espalda arriba y abajo, a un lado y al otro, ahora con más ritmo, ahora más despacio... y a veces, cuando apareces para interrumpir ese instante pleno de gustirrinin... te mataría.

Me miras y sé lo que piensas... y si no lo sé mi cuerpo quiere intuirlo y en las chispas azules que bailan en tus ojos yo veo brillar deseo, a lo qué, de forma inadmisible, mi cuerpo responde, la camisa no puede ocultar mis pezones oscuros izarse a través de la tela y mi vientre me advierte de una cálida inundación.

Con tu brazo grande y fuerte, en un familiar y facilón gesto, me das la vuelta, castigada, de cara a la pared, y tus dos manos, pobladas de antiguas misceláneas sabias, se cuelan por debajo de la ropa para atrapar e inundar mi espalda.

Apoyas las palmas suaves ascendiendo hasta mis hombros para descender de nuevo haciendo un barrido por todos los rincones, como sacudiendo un polvo inexistente, hasta abordar mi cintura. Entonces vuelves a subir tus manos por los costados, con una presión firme y constante hasta que me haces cosquillas suaves en las axilas provocando un respingo. Una suave gota de sudor en la nuca que tú bebes de un suspiro y un quemazón incipiente que amenaza con deambular por mi tibia entrepierna.

El sonido que esperabas para cambiar el ritmo, tus dedos aprietan ahora con un poco de fuerza y las uñas se clavan levemente aquí y allá, a tenor de mis gemidos, en puntos equidistantes, inexistentes, imaginarios, que van bordando mi locura y arrastrándome a un frenesí gozoso que inunda mi vientre y mis muslos.

Cuando los gemidos cesan, cuando el hambre en esa zona esta saciada, tus dedos marcan uno a uno los puntos de mi columna, como claves cardinales que dan paso a un mundo distinto, tus dedos largos puentean mi espalda palmo a palmo con movimiento circular, presionando... y se pierden por debajo de mi cintura, dibujando el vértice de mis glúteos hasta navegar por la humedad que inunda mi sexo.

Ahora quiero algo más que el armazón de una puerta, quiero mucho más que tus manos en mi espalda... Quiero más ¿ Te vienes?