martes, 8 de abril de 2008

RETAHÍLA DE AMANTES II




MI MANOLITO GAFOTAS



Mi Manolito... que ricura de muchacho. Era algo torpe y un tanto zafio... pero relamía que daba gusto verlo al niño.

No sé porque me enamore de él, supongo que porque me hacía reír... pero recuerdo perfectamente porque lo dejamos: Por sus gafas.

Manolito era muy metódico, el más metódico de cuantos he conocido; no sé si por esa razón lo suyo era pura técnica convertida en arte, pero lo cierto es que, cuando se encerraba entre mis muslos... el cielo desaparecía entre mis piernas, para construir allí un nuevo paraíso.

A Manolito le encantaba verme desnuda, le gustaba verme danzar ritmos que encadenaban mis caderas con mi cintura en contoneos que a sus ojos resultaban hasta místicos, le excitaba el vaivén rítmico de mis pechos, ese dulce gondoleo en todas direcciones. Siempre me decía “Baila para mí nena”

Yo, siempre obediente y sumisa hasta la saciedad, iba deshaciendo los nudos, los corchetes, las cremalleras que anudaban mi cuerpo, eso sí, despacito, muy despacito, para que no se perdiera detalle, y de puntillas, agitar mis pechos, apretarlos entre mis brazos, ofrecérselos cual apetitosos manjares en bandeja canela, sacudirlos... y pompear... le pirraba que de espaldas, tocara con mis dedos la punta de los pies, y le ofreciera oronda mis calladas virtudes, entonces si que a Manolito no había quien lo frenara, hasta se le desorbitaban los ojos detrás de sus gafas de culo de botella.

Entonces era cuando Manolito sacaba lo mejor de sí... y también lo peor.

Era capaz de colarse entre mis piernas abiertas y allí mismo empezar a hundirse en mis entrañas. Su lengua, que nunca vi pero debía ser increíblemente larga, alcanzaba de un suave lametón a recorrer, cual zarpazo, desde el centro mismo de mis posaderas hasta mi clítoris carmesí, me recorría inventando ángulos que yo desconocía, sujetándome con sus manos las nalgas, prietas, bien prietas, para que ni uno solo de mis cimbreos le hiciera perder la compostura, y allí abajo, protegido por las dos columnas que mis piernas le ofrecían, investigaba, diluía su saliva entre mi flujo, cada vez más abundante, de las paredes de mis labios arrancaba sacudidas que repartía por igual, succionaba con fervor el pequeño tesoro escondido entre mis pliegues hasta hacerlo crecer a dimensiones desconocidas, ahondaba hasta lo más profundo de mis entrañas, penetrando con una firmeza increíble para una lengua gelatinosa y escurridiza, que tan pronto se encontraba en mi vagina cómo en mi culo... pero entonces, tal vez no en la primera sacudida, no en ese anuncio de orgasmo, cuando todo tu cuerpo es sensible y tembloroso, cuando a la piel electrizada le basta un simple roce... entonces sus gafas se clavaban en alguno de esos puntos que él llamaba “místicos”

- ¡ Manolito hijo! ¡Quítate las gafas!
- Es que entonces no veo bien.
- Manolito... si te lo debes conocer de memoria.
- Ya pero es que entonces me pierdo detalle... y no lo disfruto igual – y me miraba desde ese ángulo imposible, plegado a mis pies, su carita rechoncha con las gafas descompuestas y empañadas... y me entraba un no sé qué por el cuerpo.

Y claro... cuando una cosa se corta... tal cual la mayonesa, es muy difícil volverla a poner al punto.

Y Manolito nunca quiso desprenderse de sus gafas – Faltaría más – me decía siempre – iba yo a perderme detalle de tus maravillas y de la eclosión maravillosa de tus orgasmos. Y eso que yo insistí en explicarle, una y cien veces, con paciencia y hasta la saciedad que, con aquellas dichosas gafas clavándose en mis partes, era talmente imposible que llegase a tener un orgasmo.

12 comentarios:

Hache dijo...

Ay, nunca me gustó que se metieran con los "gafotas", porque yo llevé y lo pasé mal. Claro que ... lo siento por Manolito, pero benditas lentillas!!!!!

Genial, tengo que seguir leyéndote, te abandoné un ratico.

Anónimo dijo...

Este Manolito tuyo me sigue produciendo mucha ternura... será solidaridad de antigua miope.

Besos.

Senador Palpatine dijo...

Me has pillado a contrapie, capulla jejeje.

Un día te contaré una vez que me quedé dormido mientras... glups... creo que ya te la he contado.

Anónimo dijo...

¿Y cubrir la montura con algodón de azúcar para devorarlo después sustituyendo o acompañando al cigarrillo?

No sé, los chinos aman el agridulce y combina bien con todo tipo de carnes. :P

Creo existe la posibilidad de que no se estudiasen todas las opciones. ;)

Tesa dijo...

Ya conocía este relato tuyo, creo.
Es buenísimo. Lo estaba leyendo y me sentía Manolita... jajaja
Es que me he comprado unas gafas nuevas, mega modernas y super guays... y me hacen un daño en las orejas que las voy a perder cualquier día por el pasilo
jajaja
(las orejas, digo, que las gafas están "incrustás")

Tesa dijo...

Por cierto, hija: pedazo de muslos y cadera perfecta tiene la modelo de la fotografía...

sweep blue dijo...

dichosas gafas :D

Vivencias en el Mariate dijo...

Y las gafas no se empañaban?

Dana dijo...

Ay Hache es que las gafas tienen su momento y lugar, y sospecho que dónde quería ubicarlas Manolito no es el más adecuado.

Es que Manolito, entre otras muchas virtudes, era tierno Gilraen. Tozudo, pero tierno.

Lo importante es pillarte Senador. Seguro que a los demás no le importa que se la cuentes y a mí me encantará volver a oírla.

Tal vez lo que le faltó es un defensor como tú Xhavi ;)

Tesa, ese es. Debería ponerle fechas. Es que ando gandula y recuperando del baúl de los recuerdos.

Yo quiero verte con esas gafas nuevas.

Mucho photoshop, seguro :P

Dichosas ellas Deep Blue :)

Jajaja… depende de la práctica Hache XX

Besos a todos.

Tesa dijo...

Te dejo aquí un saludo, bellezón. Se le han debido quedar encajadas las gafas a Manolito entre las intimidades de su churri, que le tienes ahí ya demasiados días en portada. :)

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ambrette dijo...

Mmmm esas lentillas cuanta falta hicieron para un extasis continuado.

Ay Palpatine si ya decía yo que mucho lirili y poco lerele jajaja
¿dormido mientras? jajajaja