domingo, 2 de marzo de 2008

CUANDO NADIE TE VE



Algunas veces me gustaría ser invisible y poder contemplarte cuando crees que nadie te observa.

Ver como sales arrebolada a la calle y aprietas las solapas del abrigo contra tu cuerpo para que el frío no te cale los huesos. Miras en dirección al tráfico y te apartas, con ese gesto tan familiar para mí, un mechón de cabello que el viento insiste en atizar sobre tu mejilla. Saltas sobre el asfalto danzando ligera sobre los finos tacones de tus botas mientras la pernera del pantalón se arremolina alrededor de tu pantorrilla. Te detienes ante el coche y buscas las llaves entre ese inmenso manojo que ocultas en tu bolso. Sonríes mientras te cuelas ágil en el interior, esa sonrisa tan tuya que sólo reservas para ti misma, muda y transparente, que alguna vez en un desliz y de soslayo he captado en tu boca. Una sonrisa que me cuenta tu infinita felicidad en ese mismo instante, con un detalle ínfimo que pasa inadvertido para los demás. Porque sólo tú sabes sonreír de ese modo y disfrutar de esa felicidad reservada.

Observarte frente a la pantalla del ordenador, el gesto concentrado, te muerdes el labio inferior, arrugas la nariz y centras de nuevo la vista, detienes un momento la mirada, tus dedos vuelven a deslizarse sobre el teclado raudos y veloces. Algo en la espalda te descentra, la arqueas, bailas tus hombros adelante y atrás, te sacudes y vuelves a colocar los dedos sobre el teclado. Un fugaz roce en tus hombros, una mano en la espalda y vuelves la mirada, una mirada transparente, cálida, que envuelta de ternura devuelve un gracias silencioso a ese golpe de cariño.

Beberme tus gestos mientras lees, te arrinconas en una esquina del sofá, los pies sobre este, el cuerpo plegado sobre ti misma y el libro ocupando un hueco en el regazo, mordisqueas el punto de lectura, sonríes, frunces el ceño, alzas las cejas, y a ratos, incluso lloras dejando que las lágrimas resbalen quedas sobre tus mejillas. Tus pies danzan en un movimiento incansable y el resto de tu cuerpo permanece inmóvil, sé que nada entonces puede turbarte, que no oyes, que no existe nada más que el mundo que se encierra entre esas páginas. Y me gustaría poder acercarme y soplarte en la nuca, depositar un beso suave en tu clavícula y desaparecer de nuevo.

Desearte cuando te desnudas, ajena a nada que no seas tu misma. Imaginar ese cuerpo entre mis dedos, como son mis manos las que deslizan el jersey por tu cabeza rozando tus axilas, aspirando ese aroma de mujer que te pertenece, mis manos las que descienden por tus caderas y liberan tus pies descalzos. Examinar tus lunares uno a uno, divisar cada matiz de tu piel, avistar cada poro encendido de tu calor. Como curvas los brazos delicados sobre tu cintura. Como son tus manos las que dibujan todos los sueños que yo quisiera pintar en tus blancas laderas. Y desearte entonces, cuando no eres mía, cuando no eres de nadie, amando ese cuerpo que siento tan mío como si en realidad no me perteneciese, como si lo viese por vez primera y necesitase todo el tiempo del mundo para absorberlo, para percibir cada detalle.

Algunas veces me gustaría ser invisible, para estar contigo cuando no estas con nadie, cuando no estas conmigo… y sentirte más mía que nunca y poseerte cuando nadie, absolutamente nadie, puede hacerlo. Porque eres mía, mucho más cuando no lo eres de ningún otro.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Algunas veces... te veo. Y de alguna forma tú sientes que estoy allí.

¿Qué son unos cientos de kilómetros cuando no existen las distancias?

Hay caminos invisibles y cadenas hechas de palabras que atan más fuerte que el más firme de los metales.

Anónimo dijo...

Pequeños detalles en ínfimos gestos y fugaces muecas que nos permiten interpretar al otro y que se convierten en los más grandes motivos del porqué nos reconocemos a su lado, del porqué vencemos todas las prosáicas dudas que nos asaltan.

¿Los interpretamos siempre bien?

Seguro que no, seguro la mayoría de las veces los encorsetamos a medida, pues nuestra própia interpretación es la única que nos vale, es la única que atendemos y nos sacia.

Vemos lo que queremos ver rozando en ocasiones lo absurdo y el surrealísmo más artístico, pero de eso se trata.

Incluso una exploración nasal en olfato adecuado nos puede resultar maravillosa. ;)

Anónimo dijo...

Me gusta verte/leerte en versión masculina.

Genial.

Dana dijo...

Seguro que me sueñas escondida en alguna de tus letras, encantador de serpientes. Pero no soy yo, sólo eres tú.

Dana dijo...

La palabra, Xhavi es interpretar. Son meros fragmentos distorsionados bajo la mirada de nuestro prisma. Como la imagen desenfocada del espejo, que sólo nos transmite un reflejo desvirtuado acorde con las gafas que examinan.

A mi, las exploraciones nasales, siempre me han fascinado.

Dana dijo...

El próximo sueño masculino, es tuyo. Seguro que eres capaz de inspirarlos, preciosa Gilraen

Unknown dijo...

Un retrato perfecto y delicioso, querida Dana, es como espiar a través de los ojos de aquel que la mira.
Un beso enorme.

Dana dijo...

Yo si que te espío, preciosa.
Más besos.