domingo, 22 de febrero de 2009

LAS OTRAS


Me gusta pensar en ti cuando no estas conmigo.

Forma parte de nuestro tácito acuerdo no hacer preguntas, y mantenemos esa regla jamás pronunciada sin formular inquietudes ni sembrar dudas. No hay cuestiones que responder, sólo tiempo para devorarse.

Sin embargo, me excita imaginarte con otras.

Enredada en esas sabanas que, en algún momento, han sido testigo silencioso del placer que me arrancas, la ropa interior empapada de deseo que atrapado entre mis piernas se resiste a abandonar tu recuerdo, ese que mis manos intentan remplazar entre jadeos que esconden tu nombre.

Conjeturo si ellas llevaran su mano hacia tu bragueta como hago yo, descarada y codiciosa, sin apartar mi mirada glotona de tus ojos, mientras te arrastro para hacer que me arrincones manteniendo firme la caricia en tu miembro.

Imagino como serán esos besos que buscan otra boca, si los asaltaras con la misma urgencia, si tu lengua se introducirá violenta como haces conmigo, socavando toda la humedad que retengo para ti, si morderás esos labios y buscaras la comisura con presteza para empezar un nuevo torturador recorrido. ¿Las agarraras de la nuca? ¿Te enredaras en su pelo? ¿Extenderás los mechones?

Pensar en tus manos, en esos dedos largos y masculinos, y preguntarme si abarcaran otros pechos como hacen con los míos, estrujándolos hambrientos antes llevarlos a tu boca y succionarlos con fruición, dibujando círculos concéntricos que se pierden y se encuentran mientras enervan mi pezón.

Me regocijo ante la posibilidad de que tampoco lleven ropa interior, como hago yo, para que tus dedos se cuelen por la tela del pantalón y rocen suavemente la piel antes de encontrar un resquicio por el que hundirse. Si sentirás la misma necesidad apremiante de desabrocharlos y sentir mi humedad entre tus dedos. Si eso hará que se hinche tu deseo y se endurezca presionando entre mis muslos.

Especulo en ocasiones si te detendrás a lamer su cuello, a enredarte en su nuca mientras la distancia se hace inexistente y los cuerpos se oprimen, buscan acoplarse en un nudo sin fisuras, en envites furiosos que friccionan los sexos hasta hacerlos arder, en tus manos ávidas aprisionando sus glúteos, presionando despóticamente con ese ansia tirana por clavarte en ellas.

Calculo cuanto tiempo tardarás en estallar, si ellas conseguirán llevarte al límite, al borde de la locura donde se pierde el control y sólo existe deseo, necesidad, pasión. A ese punto en el que pierdes la voluntad y la sed te consume, cuando me despojas del pantalón y allí mismo, sin impórtate nada más, me penetras, con furia incontenida, consumido por la avaricia y aplastando mi cuerpo contra la pared y vaciando en mí ese delirio desatado.

Me pregunto si te derrumbaras exhausto y extinguido como haces sobre mí, hundiendo tu cabeza en mi cuello y respirando sobre mi oído, hasta que los suspiros se convierten en besos mojados impregnados de esa ternura tuya, tan exigua, tan efímera, tan arrebatadora que me descoloca y me empuja a decirte un ‘Te quiero’ que retengo buscando tus labios para acallarlo.

Huyes entonces de esa boca que pide más, que busca sexo otra vez para engañar al alma, enmascarar el sentimiento disfrazado de apetitosa lujuria. Te arrodillas y besas mi vientre, mis caderas, mi pubis. Tiras de mi puño, abres esa mano que firmemente aprieto para no descolocarme una vez más, hasta arrodillarme junto a ti y hacerme pequeñita encerrada en tu abrazo.

Me pregunto si ellas se morirán de amor entonces, como me muero yo en ese momento.


8 comentarios:

Tesa dijo...

Aysss
...esos morbos ajenos

Senador Palpatine dijo...

Es una putada que hayas puesto esa foto de braguitas blancas de encaje y culo fabuloso en el que perderse sin pudor y sin contar el tiempo.

Por un breve instante, distrae la atención.

Pero sólo es un segundo, si acaso no llega ni a un minuto.

Siempre ha sido caliente esta fantasía, húmeda y morbosa. Siempre he tenido una parecida, pero no idéntica. Que lo hagan y me lo cuenten (aunque a veces puede ser demasiado peligrosa).

Y a veces tengo una que me llena mucho más: ser yo el que pueda tener el privilegio de contarlo y de habitar en esas sábanas.

Turandot dijo...

Sé que él tiene a otras pero soy lo suficientemente cobarde como para echarlo de mi cabeza.

Sé que mi cuerpo rollizo no es el único que siente cómo él se vacía, cómo araña evitando dejar marcas.

Pero no quiero pensarlo. No me atrevo. Me hago la valiente.

Luego, esbozo una sonrisa traviesa cuando me doy cuenta de que a él tampoco le gusta pensar qué hace en mi piel esa nueva señal que no había visto la última vez.

Pero callamos. Callamos y nos dedicamos a devorarnos y rompernos, conscientes de que, en ese momento, no hay nada mejor en el mundo que lo que está por llegar.

Ya sólo somos miembros descabalados, piernas, brazos, bocas, dientes, dedos . . . y entonces es tan fácil no pensar . . .

Anónimo dijo...

"Me pregunto si ellas se morirán de amor entonces, como me muero yo en ese momento".

Cuanto sufrimiento encerrado en uno de los dos. O quizas en los dos. O en los tres, cuatro, cinco... Que se yo.

El vacio es tremendo.

Anónimo dijo...

Me gustaba pensar en él cuando no estaba conmigo.

Ahora que todo ha cambiado sólo pensar me duele.

No has perdido tu capacidad de mover emociones...

Anónimo dijo...

Pues yo también pienso en las otras cuando estoy con una, y cuando estoy con otra una pienso en la una anterior formando equipo con las otras. Es un sinvivir.

Supongo algún día conseguiré centrarme y puede incluso rematarme, por la escuadra o raso y por el centro, eso sí que me da igual.

Lo cierto es que jamás las pienso con otro. A veces las pienso con otros, pero estando yo entre esos otros, eso siempre.

Maldito afán de protagonismo. Ojalá me dejen el domingo en el banquillo.

PD. Odio el encaje, hasta pelín de repelús me produce. Supongo es por el hecho de no encajar jamás en ningún lado.

Aunque os confesaré un secreto, como diría Victor Valdés: Me encanta no encajar. :P

Volveré y haré los deberes. Prometido.

Dana dijo...

Y lo que es peor… los propios, Tesa. Que tenemos cada morbo. Por tener yo tengo hasta morbazo :p

Bueno, la de contarlo casi es realidad… yo te lo cuento ;-) encantador de serpientes. Incluso al oído si tú quieres.

Bonito Turandot. Doloroso pero hermoso. Me gusta sobre todo ese “entonces es tan fácil no pensar” … me gusta. Me gusta no pensar entonces. Quédate por favor.

Has escogido un buen resumen Nadia porque, en parte, al final, esa es la sensación. Morir un poco, sin poder morir.

Ni tú la tuya, Guadiana, que sólo llegar me remueves. El pasado nunca debería ser un lastre o un ancla… sólo pasado, sólo un escalón más hacía ese techo sin tejado. Algo de lo que aprender.

¿Ensayando para estrella de rock, Xhavi? El problema, no es el encaje, serán las piezas. ;-)
Vuelve, desencajao.

ambrette dijo...

En un plano ideal , sin inseguridades ni sentido de la posesión danzando por nuestra cabeza probablemente ese morbo tomaría un protagonismo muy excitante.
Lamentablemente somos muchos los imperfectos y aun en la madurez soy incapaz de asegurar el poder llevar a cabo ese pacto con éxito.
Pero reconozco que , mmmmm tiene morbazo en ambos sentidos.

Tal vez deba probarlo a ver si cambio de opinión, aunque en este caso debería estar de acuerdo mi compañero ,jejejeje.