miércoles, 28 de enero de 2009

RETAHÍLA DE AMANTES IV





GREGORIO, EL OSITO AMOROSO
Gregorio era, sin lugar a dudas, el perfecto novio de cuantos he tenido. Valga decir que era el sueño de todas mis amigas, un autentico primor, un cielo... un osito amoroso ideal.


Besaba, de esa forma tan particular... con su boca inundando la mía en sentidos convergentes y divergentes, con formas cóncavas y convexas, besos largos e interminables dibujando una y otra vez mis labios, cosiendo filigranas en mis comisuras, revoloteando entre mis dientes y anexionándose con mi lengua. Nunca se cansaba de divagar entre mis labios con su boca, de dibujar delicados trazos por la piel de mi cuello y explorar con su lengua la orfebrería de mis oídos.


Con Gregorio todo era dulce, largo e intenso.


Pasábamos tardes enteras devorándonos a pedazos de piel descubierta. Con ternura exquisita sus dedos largos acariciaban cualquier retazo de carne, sin sentido ni forma aparente, disfrutando con el contacto electrizante, con la lujuria contenida en ese breve roce inundado de deseos callados, arrumacos perpetuados en susurros anhelantes al oído.


Pero lo que más le gustaba hacer a Gregorio... lo que más me llenaba de Gregorio, era su capacidad y paciencia infinita para desgranar una a una porciones de amor por mi cuerpo y adormecerse placido a mi lado sin necesidad de nada más que ese fugaz e inocente restregón.


Entenderéis que, en los tiempos que corren de desvaríos, cara duras y aprovechados malintencionados, era raro encontrar un hombre con tanto respeto, sin prisas ni agobios por su parte.
No era de extrañar que, Gregorio, me tuviera siempre como unos huevos batidos al punto de nieve, como unos espaguetis al dente, como una vaporetta lista para eclosionar en las cortinas...


Siempre me tenía ahí, excitadísima, con ese punto de humedad inagotable entre mis piernas, el leve temblor anunciándose en la cara interna del muslo... pero el sexo no llegaba, la culminación, el éxtasis, el afamado y glorificado orgasmo se convertía en algo tan deseado como aparentemente inalcanzable... porque claro, a una eso del respeto le llena de orgullo pero llega un momento en el que lo que quiere es sexo, ni más ni menos que un buen polvo y tanto respeto me estaba supurando por las orejas.


Una tarde de arrumacos en el sofá de casa decidí tentar a la suerte. Los dedos de Greg circundaban mi ombligo y entreabrí mis piernas mientras disimuladamente me remangaba la faldita, dejando a la vista mi pubis liberado de cualquier prenda interior. Su mano viajó hasta enredarse entre mi vello, su dedo anular se hundió penetrando por la humedad que habitaba en mis labios y recorrió los pliegues hasta encontrar la piedrecita dura y ostentosa, mientras su dedo corazón prodigaba caricias electrizantes por la cara interior del pubis. Mi respiración era cada vez más entrecortada, la agitación entre mis muslos crecía y el tan esperado orgasmo estaba llamando a la puerta.


De pronto Greg detuvo todo movimiento sobre mi cuerpo. Me gire hacía él dispuesta a protestarle y descubrí qué ¡Se había dormido!


Pero estaba tan mono, reflejaba su rostro una ternura infinita y su mano anudada entre mis piernas, que no quise despertarle.


Esa misma noche, sin falta, conseguiría llevarme a Gregorio a la cama. De eso no tenía la menor duda.
Tras una sesión de besos inagotables, de magreos incontenidos en la cocina, en el comedor, en el sofá... de sobeteos absurdos y sobreexcitadores, aquí y allá, cuando me encontraba en ese punto en el que mis otros labios cantaban por mí una canción húmeda y espesa, me desnude y de la mano me llevé al anonadado Gregorio a la cama.


Su apremiante boca descubrió rincones de distintos sabores sobre mi piel, su inquisidora lengua perseguía el rastro de sus labios una y otra vez. El cuerpo erizado y cimbreante, esperando anhelante la embestida, abierto como perfecto compás a su virilidad latente... y por fin Gregorio se coloca sobre mí, su boca aprisiona hambrienta la mía, su pene se hunde en mis entrañas deliciosamente cálidas y le envuelve toda mi humedad y entonces...


Entonces nada. De pronto todo se detiene, no hay movimiento, no hay embestida, no hay mete-saca, y por descontado no hay asomo de orgasmo alguno. ¡¡ Se había vuelto a dormir!!


Esto es el colmo, porque una cosa es que los hombres se duerman "después de" alegando razones totalmente orgánicas, pero que se duerman "durante el"... ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Ni que sea el novio más perfecto de cuantos he tenido!


8 comentarios:

Tesa dijo...

A ver si le había picado la mosca tse-tse esa...

Dana dijo...

Pse-pse
Podría ser.
¿A ver si el problema era yo?
jajajaja...

:P

Anónimo dijo...

¿Un problema tú, querida Dana???

Imposible, jajajaja.

En el caso de Gregorio... nobody's perfect, está claro.

Senador Palpatine dijo...

Coño y ahora la otra.

La elfa de los cojones.

¿Está visto que el tío siempre es el último que se entera?

Que os den, preciosas.

Por supuesto me niego a volver a contar que alguna que otra vez yo también me he dormido.

Como pa' no hacerlo...

Anónimo dijo...

Queridísimo Senador:

¡Qué bien te sientan los desvelos de madrugada!

Que nos den, que nos den... y si nos das tú... mejor...

Anónimo dijo...

Supongo estamos ante un caso de narcolepsia asociada a la sexualidad.

Ante la inminencia del esfuerzo el hombre es presa de una somnolencia irrestible a la que no puede vencer ni en estado de empalme absoluto. Demasiada sangre acumulada, quizá.

Eso sí, ese capuchón del Atlético no creo ayudara en nada. Si ya lo dicen los colchoneros que estan hasta los huevos, hasta la polla en este caso, y que un partido en el Calderón, con el Kun en el banquillo, es riesgo de somnolencia aguda e insuperable.

PD. Yo una vez, de adolescente, me ligué a la que todos deseaban, y sí, ronqué como un niño en el útero materno. Ahí es nada.

Desde ese día me tengo terminantemente prohibido el abuso de Tequila. Será no me quedan cosas de las que abusar.

Buenas noches a todos.

Anónimo dijo...

Buenas noches Xhavi con un ruego.

Si algún día creas tu blog, avisa pliiiisss.

Perdona el off-topic Danita.

ambrette dijo...

ughss, yo probaría el café en vena o algo más drástico. Aunque lo mejor es que Gregorio duerma ,que el pobre nació cansado, mientras buscas el reemplazo.

Ahora que si el problema eres tu , que provocas una placidez tal que no hay mas remedio que caer en los brazos de Morfeo ( lo dudo mucho dado lo que leo), casi que te vienes conmigo y se acabaron mis problemas de insomnio ocasional.