jueves, 12 de junio de 2008

UN PASEO


Vamos a dar un paseo. Ven, yo conduzco.

Es una carretera preciosa… no sé como la encontré.

Es pequeña y curvada, muy estrecha, poblada de árboles. Un costado es una ladera y el otro un barranco, y ambos lados están llenos de vegetación exuberante. Los árboles a veces la cubren con sus ramas de punta a punta, se cruzan sobre el cielo y forman un tapiz precioso de hojas coloridas. Hay momentos que pareciera que la Naturaleza quiere invadirte, asaltando el arcén con sus raíces retorcidas y sus hojas secas. A ratos el sol atraviesa esa espesura e ilumina con brillos extraños el asfalto, jugando con los colores de las hojas. Otras todo es frío y húmedo, de una frescura agradable que revigoriza el espíritu.

Las ventanillas abiertas, el CD suena por encima del sonido de nuestra respiración y del rugido del motor . No necesitamos hablar, ni tan siquiera cantar. No hay ni una sóla palabra que necesite decir ni oír para enturbiar ese momento.

Tu mano se cuela en el hueco entre el cambio de marcha y el asiento, reposa sobre mi pierna. Noto su calor, el tacto de tu palma atraviesa el tejido de los pantalones y se marca a fuego sobre mi piel.

Noto como me miras de reojo, pero no quiero devolverte esa mirada para que no te asustes. Mantengo la mirada en la carretera y me dejo llevar por el vaivén que ella quiere marcar, derecha e izquierda, deslizándonos con calma sobre la carretera, resbalando por la vida. Dibujo una sonrisa. Veo la tuya dibujada en un desliz de mi mirada.

Aparece una recta despejada, con un final anunciado en una curva de nuevo cerrada, en una espesura que ahoga ese gris, que lo engulle de forma misteriosa.

Apenas tengo tiempo de formular la pregunta. Tu mano se apoya sobre la mía en el cambio de marcha. Acelero para sentir la furia del motor bajo mi cuerpo, y metemos cuarta… y sin miedo metemos quinta, tu mano sobre la mía, acompañando el trayecto del cambio de marchas.

Me aprietas con fuerza. Noto tus nudillos contraídos bajo la piel de tus manos. Siento tus músculos tensos y tu pierna pugnando por salir disparada por debajo del salpicadero, atravesando el capó del coche.

Levanto el pie del acelerador, imperceptible, mientras noto como va perdiendo fuerza. No necesito frenar, cuelo la cuarta contigo acompañándome… y freno un poco antes de descender a tercera…

Y dejamos que las sombras y esa naturaleza viva nos engulla despacito, con calma, con serenidad, preparados para seguir disfrutando del paseo
.

7 comentarios:

Senador Palpatine dijo...

Me has hecho llorar, bruja.

Diosss... cómo te odio.

hawkeye dijo...

Un paseo algo sugerente y emocionante al mismo tiempo!! Besos

Anónimo dijo...

Sorprendente final.

Estaba esperando otro... debe ser que hoy me levanté con la mente algo retorcidilla...

Muchos besos y no tardes tanto...

Anónimo dijo...

Al igual que Gilraen esperaba otro final, más dantesco, más griego, más Palpatine, más Thelma y Louise.

Vamos a dar un paseo. Voy, tu conduces. ;)

Dana dijo...

Ya sé que ando algo desaparecida... y a veces incluso me fustigo (un poco) por ello.

Ya lo sé, Senador, el sentimiento es mutúo.

Gracias hawkeye la compañia también es un placer.

Gilraen y Xhavi a saber... me debéis ese final.

Besos a todos.

Victor Manuel Jiménez Andrada dijo...

Me recuerda tu relato, otros tantos paseos, vividos o soñados.

Dana dijo...

Seguramente Victor porque todos nos cruzamos en un momento u otro, en esta gran carretera.

Y nos saludamos.