domingo, 10 de febrero de 2008

RETAHILA DE AMANTES I


ARTURITO EL LOCUAZ

Mi último amante (el más pinturero y atlético de cuantos he tenido), tenía un grave inconveniente: Hablaba demasiado de sexo.


En nuestro primer encuentro ya pude constatar este hecho, pero no le di la mayor importancia y lo achaque al nerviosismo de la ocasión.

Una noche de verano, en el Parque de las Nodrizas, estábamos besándonos con esa ansia palpable tan sólo en las primeras veces, acariciándonos con hambre perruna y glotona propia de los amantes recién estrenados, palpe el bulto inminente en su entrepierna e instintivamente libere su miembro, recorriendo su henchida verga desde la parte inferior de la base hasta el glande con la punta de un dedo, no por ayudar a su erección (bastante prominente) sino por acercarla a mis labios y probarla por primera vez. Estaba recorriendo con mi lengua, hurgando ese espacio cálido entre la piel y la punta, saboreando el liquido que gustoso empezaba a regalarme, cuando a la primera relamida preguntó

- ¿A que sabe?

Haciendo caso omiso a la pregunta continué la labor de hundir su pené entre mis labios para golpear con la lengua la punta, recorrer hacía la base, ascender hasta la cumbre, un leve mordisqueo... y la siguiente pregunta

- ¿Pero esto te gusta?
- Mira Arturito, yo me lo estoy pasando teta, pero si tienes muchas dudas al respecto, paramos y hablamos.
- No, no, no, continua por favor.

Pero claro, la cosa se había enfriado y el momento, como en todo, había caducado.

Una noche que volvíamos de las fiestas del pueblo, fuimos a la casa que mis padres tenían allí y que se encontraba totalmente vacía para nosotros.

Yo estaba muy excitada ante la perspectiva de tener una noche entera para nosotros dos solos con cinco habitaciones por recorrer; pero en el soportal, entre besos apretujados y prisas por deshacernos de la ropa, él ya comenzó su secuencia de preguntas.

- ¿Y a ti, que te gusta más, arriba o abajo?
- Me da igual corazón, mientras sea contigo.
- Ya pero... ¿Qué prefieres, por delante o por detrás?
- Mi vida, sintiéndote dentro da igual el cómo
- Bueno, pero ¿ Te gusta más quedarte desnuda o con algo de ropa interior?
- Arturito hijo, que cansino eres.- y le empuje en dirección al interior de la casa.


En la habitación, ya desnudos porque la ropa había ido desapareciendo al mismo ritmo que lo hacían los escalones bajo nuestros pies, Arturo me tendió en la cama.

Me beso los dedos de los pies y dibujo triángulos entre ellos, rodeo mis tobillos, succionando con besos húmedos, ascendió por la cara interior de mis muslos y sus manos aprisionaron mis pechos, apretando firmes, en ese punto entre el placer y el dolor. Su cabeza se sumió en las profundidades de mi sexo y su lengua empezó a abrirse paso entre la humedad cálida de mis labios.

- ¿De buzda do que de doy ciendo?

Y ahí si que no, ahí si que dije "Arturito, lo nuestro se ha acabado" porque, hablar de sexo es una cosa, pero hablar mucho y durante de sexo en el sexo... eso si que no. Y es una pena, porque el muchacho prometía; a estas alturas y con tantas respuestas a sus espaldas ya debe ser todo un experto en la materia.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te faltan los otros. Sobre todo "alguno" jajaja.

Dana dijo...

Todo llegará, impaciente. Hasta el más puro y casto de cuantos amantes he tenido.
:P

Anónimo dijo...

Sólo lo parecía jajaja, pero no lo era.